De qué hablamos cuando hablamos de democracia.

¿De qué hablamos cuando hablamos de democracia?

La democracia es un sistema de gobierno de un Estado que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del mismo a elegir y controlar a sus gobernantes.

Un informe de Latinobarómetro, de 2018, demostró que en Argentina la confianza en la democracia era de un 58%. La culpa no es del sistema de gobierno, claro está, sino de los representantes del mismo y su gestión poco eficiente, equitativa y transparente .

Mientras esperamos resultados actuales, el Informe V-Dem, de la Universidad de Gotemburgo, que analiza los regímenes de gobierno de todo el globo en relación a su desempeño en la democracia electoral, la separación de poderes, la equidad, la participación de la sociedad y el componente deliberativo (es decir, la calidad en la discusión pública), vislumbró que las democracias son cada vez menos en todo el mundo .

En 2010 existían 41 democracias liberales, hoy son solo 32. Mientras que las autocracias, los gobiernos en los cuales uno solo tiene todo el poder, casi triplican este número, son 87 a lo largo y ancho del planeta.

¿Cuáles son las causas de esto?

La pérdida de credibilidad en los dirigentes, la poca cohesión social, la debilidad de las instituciones, el bajo cuestionamiento de la ciudadanía, las trabas en la libertad de expresión y la poca transparencia de las cuentas del Estado, entre otras.

¿Y las consecuencias?

Cientas. Entre ellas: desigualdad, aumento de pobreza, baja calidad institucional, desconfianza, nula capacidad de elección de parte del pueblo, malestar social, ilimitado poder de la casta política y poca perspectiva de un futuro próspero.

Cuando las decisiones en un país no se toman democráticamente, las desigualdades crecen y la libertad decrece de manera problemática.

En un país próspero, republicano, federal, democrático y creciente, debe primar la calidad en la discusión pública, la conversación con propósito y la libertad de expresarnos como ciudadanos soberanos en un país abierto al mundo.

Nuestros representantes deben dar lugar al cuestionamiento, opinión y expresión respetuosa de la ciudadanía, porque gracias a ella ocupan el puesto para el cual fueron elegidos.